Sobre mi experiencia

​

- "Dale! Más cuerda que necesito equipar!"

​

Esas fueron las últimas palabras que le dije a mi compañero de cuerda antes de caer al vacío por mi sobre esfuerzo al intentar equipar en una posición muy incomoda y con poco resto físico. Luego de caer una volada de cuatro metros dije:

- "Si me hubieras dado más cuerda a tiempo no habría caído y hubiera encadenado la vía". 

Mi compañero, guardó silencio.

Su silencio me enseñó. 

​

En ese momento todo me molestaba. Era una vía que por la dificultad (6b+) debería poder encadenar fácilmente. Mi casco me fastidiaba, tener que remontar el desplome me fastidiaba, las pédulas y el arnés también. De pronto me di cuenta que todo lo que tenía a mi alrededor me molestaba, básicamente, porque estaba molesto conmigo. En mi interior sabía que lo más incómodo de todo, la peor molestia, era sentir que no disfrutaba de la actividad que tanto amo. 

​

Respiré, miré mis manos llenas de magnesio, me acomodé mi casco y miré la roca. En ese momento comprendí lo que estaba haciendo mal. No era sólo escalar mal técnicamente: era, en realidad y sobre todo, el "lugar" mental que lo estaba realizando. 

​

A partir de ese momento, comencé un trabajo personal a nivel físico y sobre todo interno, y esto significó un camino de transformación no sólo como escalador sino como persona.

 

Introducirte en este camino puede ser un recorrido apasionante. Por ese motivo, encontrarás material gratis para comenzar este camino con una guía que te ayude a dar ese primer paso: en eso consiste tu desafío

​

​

​

​

​